Por José Romero
2. Las ciencias. Crítica del historicismo
2.1 Las ciencias
Althusser defendió, pues, que el materialismo histórico es una ciencia. Pero ¿qué es una ciencia?
Según Althusser, el trabajo científico comienza con la percepción inmediata del objeto que se quiere conocer. A esa percepción inmediata, la llamaba "conocimiento ideológico" del objeto. El conocimiento ideológico es, necesariamente, un conocimiento deformado o inadecuado, debido a las limitaciones naturales tanto de la capacidad sensible como del entendimiento humano, que no pueden abarcar la totalidad de un objeto en una primera percepción. Por ello, para tener un conocimiento adecuado de un objeto, es necesario un determinado dispositivo conceptual (es decir, una teoría y un método), así como un dispositivo material (instrumentos de laboratorio, por ejemplo), que permitan transformar la percepción inicial del objeto del que se parte, en un conocimiento adecuado, esto es, científico del objeto que se quiere conocer.
Así, por ejemplo, los primeros astrónomos percibían que el Sol giraba alrededor de la Tierra, y tomaban dicha percepción por la verdad (Ptolomeo). Fue necesario todo un trabajo de elaboración de una teoría y de un método científico (Copérnico, Galileo, Brahe y Kepler), a partir de las observaciones del movimiento de los astros, para llegar a la conclusión de que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol.
De esa manera, Althusser concebía a las ciencias como "procesos de producción de conocimientos" en el que el elemento decisivo es la teoría y el método científico, puesto que de ellos depende la veracidad del conocimiento adquirido. De ese modo, llamaba Generalidades I (G I) a las observaciones y percepciones que forman la "materia prima" u objeto de estudio de una ciencia, Generalidades II (G II) a los medios de trabajo teórico y Generalidades III (G III) a los conocimientos producidos como resultado del trabajo de G II sobre G I.
Siguiendo a Spinoza, Althusser consideraba que toda ciencia produce sus conocimientos a partir de la transformación de percepciones previas, por lo que hay que distinguir el objeto real (exterior al pensamiento) del objeto de conocimiento (la percepción del objeto). Por ello, dado que todo el proceso de conocimiento se da en el interior del pensamiento, toda ciencia genera sus propios criterios de validez, sin ser necesario ningún criterio exterior (como pueda ser una teoría filosófica del conocimiento) que garantice la validez de sus resultados.
Entonces es cuando adquiere pleno sentido hablar del criterio de la práctica en materia de teoría -lo mismo que en cualquier otra práctica-; porque la práctica teórica es a sí misma su propio criterio, contiene en sí protocolos definidos de validación de la calidad de su producto, es decir, los criterios de la cientificidad de los productos de la práctica científica. Lo mismo ocurre con la práctica real de las ciencias: una vez que están verdaderamente constituidas y desarrolladas, ya no tienen ninguna necesidad de la verificación de prácticas exteriores para declarar "verdaderos", es decir, conocimientos, los conocimientos que producen. Ningún matemático en el mundo ha esperado que la física, en la cual se aplican, sin embargo, partes enteras de las matemáticas, haya verificado un teorema para declararlo demostrado: la "verdad" de su teorema le es proporcionada en un 100% por criterios puramente interiores a la práctica de la demostración matemática y, por consiguiente, por el criterio de la práctica matemática es decir, por las formas requeridas por la cientificidad matemática existente.
("Para leer El Capital", 1965)
Althusser oponía su concepción de las ciencias como procesos de producción de conocimientos (a la que consideraba concepción materialista de las ciencias) a la concepción empirista-idealista de la ciencia.
Para la concepción empirista-idealista de las ciencias, el conocimiento científico es el resultado de una operación de abstracción, en la que el Sujeto de conocimiento separa lo esencial de lo inesencial de un Objeto, sin necesidad de ningún aparato material o conceptual, sino en función de la estructura cognitiva del Sujeto, estructura anterior a la operación de abstracción.
Las filosofías de Descartes, Hume y Kant, son ejemplos de concepción empirista del conocimiento. Para todos ellos, es la estructura del Sujeto la que determina el conocimiento del Objeto, sin que medie ningún tipo de trabajo intelectual.
Así, para Descartes, la naturaleza del ser humano como Sujeto de conocimiento, le permite conocer determinadas "ideas innatas" por intuición intelectual, sin necesidad de ninguna teoría ni trabajo científico. Para Hume, la estructura de nuestra sensibilidad determinaba nuestro conocimiento; para Kant, todo Objeto es conocido en función de las formas "a priori" de la sensibilidad (espacio y tiempo), así como de las categorías del entendimiento que conforman la estructura del "Sujeto trascendental".
Que un objeto no pueda ser definido por su apariencia inmediata visible o sensible, que sea necesario hacer el rodeo de su concepto para asirlo (begreifen: captar; Begriff: concepto), he aquí una tesis que suena a nuestros oídos como algo ya conocido: es la lección de toda la historia de la ciencia moderna, más o menos pensada en la filosofía clásica, incluso si esta reflexión se realizó en el interior de un empirismo trascendente (como en Descartes) o trascendental (Kant y Husserl) o idealista-"objetivo" (Hegel). Que se necesitan grandes esfuerzos teóricos para terminar con todas las formas de este empirismo sublimado en la "teoría del conocimiento" que domina la filosofía occidental, para romper con su problemática del sujeto (el cogito) y del objeto -y todas sus variaciones- nadie puede dudarlo. Pero todas esas ideologías filosóficas hacen, al menos, "alusión" a una necesidad real, impuesta, contra este empirismo tenaz, por la práctica teórica de las ciencias reales, a saber: que el conocimiento de un objeto real pasa no por el contacto inmediato con lo "concreto", sino por la producción del concepto de este objeto (en el sentido de objeto de conocimiento) como condición de posibilidad teórica absoluta.
(Para leer el Capital, 1965)
La diferencia fundamental entre la concepción empirista y la concepción materialista, es que en la primera, el conocimiento está determinado por la naturaleza y la estructura del Sujeto, mientras que para la concepción materialista, el conocimiento está determinado por el dispositivo conceptual y material, es decir, por los medios teóricos (sistema de conceptos) y materiales mediante los que se trabajan las percepciones del objeto de conocimiento. La ciencia, es, por tanto, un proceso (de producción de conocimientos) sin sujeto ni fin; de modo que los conocimientos científicos no tienen su causa última en la mente de un sujeto (el científico), sino que los científicos son "agentes" que trabajan sobre conocimientos previos (GI), ya adquiridos.
Althusser afirmaba que a lo largo de la Historia se han producido cuatro grandes descubrimientos científicos, que comparaba con el descubrimiento de cuatro grandes "Continentes". La primera ciencia fue el descubrimiento del "Continente-Matemáticas" por Tales de Mileto, en el s. IV antes de nuestra era. La segunda ciencia, sería el descubrimiento del "Continente-Física" por Galileo en el s.XVII (del que la Química, descubierta por Lavoisier en el s.XVIII sería un subcontinente). El tercer descubrimiento sería el del Continente-Historia por Marx y Engels en el s.XIX, y el cuarto, el Continente-Inconsciente, descubierto por Freud, también en el s.XIX, con el Psicoanálisis.
Estos cuatro grandes continentes científicos (las Matemáticas, la Física, el Materialismo Histórico y el Psicoanálisis), partieron de los conocimientos ideológicos previos sobre su objeto, que transformaron para elaborar el concepto de su objeto. Así, las Matemáticas nacieron con la Geometría de Tales que rompió con las prácticas empíricas de los pueblos mesopotámicos. La Física científica rompió con la Física de Aristóteles, al elaborar el concepto del principio de inercia. La Química científica nació cuando Lavoisier elaboró el concepto de conservación de la masa, rompiendo con la teoría del flogisto. El Psicoanálisis nació cuando Freud elaboró una teoría que permitió interpretar determinados fenómenos psíquicos (los sueños, los "lapsus", etc.) y finalmente, el Materialismo Histórico nació como consecuencia de la "ruptura epistemológica" que Marx y Engels efectuaron respecto a los conocimientos ideológicos previos de la Historia, que consistían en la filosofía hegeliana y la economía política de Smith y Ricardo.
2.2 Crítica del historicismo
Althusser llamaba "historicismo" a la aplicación de la concepción empirista de la ciencia al estudio de la Historia propia de Hegel y que había sido adoptada por algunos filósofos marxistas (por ejemplo, Gramsci, Luckacs, Korsch, Garaudy, etc.).
Para los historicistas, cada época de la historia genera la propia conciencia de su “presente”, conciencia transparente a sí misma, y que no puede anticipar su futuro. Por ello, pensaban que la clase obrera, gracias a su experiencia cotidiana en las fábricas, los talleres, etc, genera espontáneamente su propia conciencia revolucionaria, sin necesidad de una teoría científica resultado de un trabajo específico.
Althusser consideraba que aunque es cierto que la clase obrera produce su propia ideología anticapitalista (es decir, sus propios valores morales y filosóficos anticapitalistas) bajo la cual se rebela contra las injusticias que padece, siempre está bajo la influencia de la ideología dominante burguesa, que tiende a enmascarar la realidad de la explotación, y que acaba desviando la lucha obrera espontánea llevándola a la derrota. Por ello afirmaba que era necesaria una teoría científica (la teoría marxista), elaborada por intelectuales comprometidos (Marx, Engels, Lenin, etc.) para conocer objetivamente los mecanismos de la explotación y la dominación política capitalista con el fin de poder luchar eficazmente contra ellas.
Si, en efecto, no hay más ciencia que la del «presente», si toda ciencia no es otra cosa que la expresión de su «tiempo», de su «presente», entonces la ciencia de la historia se encuentra privada del estatuto de las otras ciencias, y se aproxima singularmente al estatuto hegeliano de la filosofía, que es la «conciencia de sí del presente», o «la expresión» teórica del presente histórico. Por este camino se puede a la tentación de asimilar la ciencia marxista de la historia a una simple filosofía, y a tomar el materialismo histórico por una filosofía; si la ciencia marxista de la historia es ya filosofía, el materialismo dialéctico se hace superfluo, o sospechoso de pecado metafísico. Si la ciencia marxista de la historia es por excelencia «la expresión de su tiempo», entonces el marxismo es pensado como un historicismo, como una radicalización del historicismo hegeliano. Todos estos temas reaparecen, de una manera explícita o encubierta, en algunas interpretaciones del marxismo, por ejemplo en el joven Lukacs, o en el propio Gramsci, y siempre están más o menos acechados por el dogmatismo especulativo o por el empirismo, que tanto uno como el otro son ideologías de la ciencia, a la que desconocen. Si, en cambio, nos hacemos una idea justa de lo que contiene y lo que no contiene El Capital, extraeremos otra concepción del marxismo, conforme a la idea que podemos hacernos de una ciencia. En este caso diremos que El Capital no es «la expresión» de su tiempo, sino el conocimiento de su tiempo, ante todo de la «región económica» del modo de producción capitalista. Este conocimiento de un modo de producción particular es posible solamente por la práctica de los principios teóricos generales, cuyo efecto es, en su calidad de principios teóricos generales producir el conocimiento de esa realidad particular que es el modo de producción capitalista.
(Materialismo histórico y dialéctico. Cuadernos marxistas-leninistas,abril de 1966)